El papa Urbano IV en el siglo XIII estableció esta fiesta religiosa en honor a Jesús de Nazaret. El
principal motivo era y es reafirmar la fe en la divinidad de su persona que se hace presencia en
cada eucaristía. Es un día de precepto en el que se celebra misa, es por ello que en los inicios
del día del Corpus Christi su denominación era «Día de la Eucaristía». En la liturgia
de ese día los creyentes muestran su adoración por el Santísimo, renuevan su fe al reflexionar
sobre la trascendencia de Jesús de Nazaret y acrecientan la esperanza cristiana.
Las procesiones del día del Corpus Christi fueron portadoras de indulgencias
para los fieles que las siguieran, gracias al Papa Martín V y su sucesor, a partir del año 1300,
con lo que la fiesta religiosa se popularizó.
En el Concilio de Trento se declaró el día del Corpus Christi como fiesta
solemne y piadosa y fue introducida en el calendario religioso católico.
El papa Juan Pablo II pidió que se renovara la tradición de seguir con la
celebración de procesiones por lugares laicos. En dichas procesiones y en algunos pueblos, existe
aún la costumbre consistente en que los niños y niñas que han tomado la Primera Comunión en los
meses previos al día del
Corpus Christi,
vuelvan a vestir sus trajes y vestidos tal y como lo hicieron el día que comulgaron por primera
vez. Una de las oraciones que rezan los niños ese día es:
«Me gusta comulgar, Señor.
Me gusta recibir
tu cuerpo hecho pan de vida.
Dame fuerzas para vivir como tú nos enseñas:
amando a todos
y haciendo el bien.
Te pido que cada vez que comulgue
cambie mi corazón.
Que
crezca en la comprensión,
el perdón y la generosidad con los demás.
Ayúdame a ser cada
día mejor hijo,
mejor hermano, mejor amigo, mejor cristiano.
Que este alimento que
recibo
me fortalezca y me de más fe,
me ayude a amar más
y mejor a los
demás.
Gracias Señor por ser
nuestro Pan de cada día.»
En la simbología religiosa, se atribuye correspondencia entre el pan y el vino
compartido por Jesús el día de la Última Cena con sus discípulos, y, el pan y el vino consagrado
por el sacerdote en cada eucaristía. El pan toma forma de hostia consagrada y es ofrecida a los
creyentes, que una vez exculpados de sus pecados tras el sacramento de la Penitencia, toman la
Forma Sagrada. Existen varias maneras de interpretación en cuanto a la comunión de y con Jesús. Una
de ellas es la rememoración de los sacrificios hechos por Cristo para promover la solidaridad entre
los seres humanos. Es un encuentro con Jesús a través de la fe del creyente. Otra interpretación
basada en pasajes bíblicos, consiste en que la persona que comulga se puede sentir parte de una
gran comunidad, en las que los valores humanos son el nexo de unión. Cada ser humano que profesa la
religión de Cristo es a la vez receptor y emisor de dichos valores.