El Día del Trabajador es el nombre con el que se conoce al 1 de mayo de todos los años. El
Día Internacional de los Trabajadores rinde homenaje a los llamados Mártires de Chicago,
sindicalistas anarquistas ejecutados al intentar conseguir una jornada laboral de 8 horas en el año
1886. Es la fiesta que representa al movimiento obrero a nivel mundial.
El origen del Día del Trabajador tuvo lugar en el Chicago de finales del siglo
XIX, años después de producirse la Revolución Industrial iniciada en Gran Bretaña y que afectó a
varios países de Europa Occidental y Estados Unidos. Los obreros proclamaban la máxima ocho
horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas dedicadas a la casa. Era el año 1829 y
Chicago era la segunda ciudad más poblada de los Estados Unidos. Cada día llegaban por ferrocarril
o por barco decenas de inmigrantes en busca de trabajo, tanto del sur del país como de varias
regiones europeas. Las condiciones de trabajo eran malas, con turnos de hasta 18 horas diarias. Los
trabajadores exigieron entonces a los poderes legislativos que redactaran una ley que limitara el
número de horas a ocho. Estaban asociados en la Noble Order of the Knights of Labor, así
como en la Federación Estadounidense del Trabajo. Las tensiones se sucedieron hasta que el
presidente Andrew Johnson promulgó la Ley Ingersoll, que daba la razón a los
sindicatos de trabajo al establecer la jornada laboral en ocho horas. Las empresas no la respetaban
y hacían trabajar al obrero más de la cuenta, por lo que las asociaciones de trabajadores se
movilizaron y provocaron que la prensa les descalificara abiertamente. En 1884 la Noble Order of
the Knights of Labor declaró que a partir del 1 de mayo de 1886, si seguía incumpliéndose la
ley, los trabajadores tendrían derecho a ir a la huelga.
Llegada la fecha se produjo una manifestación de más de 80.000 trabajadores,
encabezados por Albert Pearsons. Obreros de todo el país mostraron su apoyo a la
manifestación declarándose en huelga, consiguiendo detener el funcionamiento de cerca de 5.000
fábricas. El apoyo se cifra en más de 400.000 trabajadores. Las protestas continuaron los días
posteriores en Chicago, donde la fábrica McCormik, de maquinaria agrícola, era la única que seguía
produciendo gracias a los esquiroles. La huelga de los trabajadores de esta empresa se había
iniciado tres meses antes, porque los patrones pretendían descontar del salario de los obreros
dinero para la construcción de una iglesia. Así fue como empezó a funcionar con esquiroles, por lo
que su producción no se vio afectada ante la huelga. El día posterior al primero de mayo la policía
disolvió violentamente una manifestación de 50.000 personas, mientras que el día 3 es recordado por
la muerte seis personas durante la concentración de los trabajadores a las puertas de la fábrica
McCormik en señal de protesta. Una serie de policías dispararon a quemarropa a los obreros durante
la batalla campal que se produjo, hecho captado por un periodista alemán. La noticia salió en la
prensa y se convocó para el día 4 otra concentración, esta vez en la Plaza Haymarket y con
permiso del ayuntamiento.
Al acto se presentaron 20.000 personas, que fueron violentamente reprimidas por
las autoridades locales. Durante el proceso estalló una bomba en el bando policial, provocando un
muerto y varios heridos. Los policías entonces dispararon contra la gran masa de obreros,
provocando un número desconocido de muertos. Tras el altercado se declaró el toque de queda y se
acusó a 31 obreros de la muerte del policía, hecho que hasta la fecha no se ha podido demostrar. El
número de acusados se redujo posteriormente a ocho y todos ellos fueron condenados tras un proceso
muy irregular. Tres de los ocho acabaron en prisión y cinco en la horca. Los nombres de los que
entraron en prisión fueron Samuel Fielden, Oscar Neebe y Michael Schwab. Los
ejecutados fueron George Engel, Adolf Fischer, Albert Pearsons el mismo que
encabezó la manifestación de Chicago del primero de mayo, que aunque no estuvo presente en la
Plaza Haymarket se solidarizó con sus compañeros y fue juzgado de la misma forma, August
Vincent Theodore Spies y Louis Lingg.
Tras los sucesos, en los que perdieron la vida o el trabajo miles de obreros,
algunas patronales accedieron a rebajar la jornada laboral a las ocho horas. En 1889 la Segunda
Internacional instituyó el
Día Internacional del Trabajador
el primero de mayo de cada año, para conmemorar así las muertes de los obreros que perecieron
defendiendo una causa que acabó considerándose justa.
A partir de ese momento muchos países reconocieron ese día como el origen del
movimiento obrero moderno. Se convirtió en una fecha en la que los sindicatos se reivindicaban y
luchaban para conseguir sus derechos. Durante los acontecimientos del siglo XX se buscó en todos
los países desarrollados el cumplimiento del límite de las ocho horas de jornada laboral.
Personajes como Lenin y Hitler, de ideologías tan opuestas, decretaron esa fecha como
el día del paro o el día del trabajo, teniendo que abonar las empresas por obligación las horas a
los empleados como si hubieran sido trabajadas. La costumbre se expandió por muchísimos países de
todo el mundo, a excepción, curiosamente, de algunos de origen británico como Estados Unidos,
Canadá, Nueva Zelanda y Australia. En los dos primeros se celebra actualmente el Día del Trabajo
cada primer lunes de septiembre. En Nueva Zelanda, el cuarto lunes de octubre y en Australia cada
estado federado es el responsable de elegir cuándo tiene lugar esta fecha.
Muchos de los derechos fundamentales del trabajador se han conseguido con las
protestas y manifestaciones que han ido teniendo lugar el primero de mayo de cada año, tales como
el descanso durante los domingos y las indemnizaciones por enfermedad, accidente laboral o despido.
En la actualidad esta fecha sigue siendo utilizada por las agrupaciones sindicales para reclamar
derechos que consideran justos y se trata de uno de los tres días sin prensa de todo el año, junto
con los días de Navidad y de año nuevo.