La etimología de la palabra halloween proviene de una variación escocesa de la expresión
inglesa All Hallows Eve, que quiere decir víspera de todos los santos. Tiene lugar el
31 de octubre de cada año y está estrechamente ligado con el Día de Todos los Santos, de origen
católico, aunque nació en la cultura celta.
Los celtas ocuparon parte de Europa occidental en el siglo XX a.C. Se
expandieron por otras zonas del Viejo Continente, aunque en el siglo IV a.C. fueron desplazados por
los pueblos germánicos del centro y norte y se quedaron en las islas británicas. Una de sus
festividades más importantes tenía lugar el 1 de noviembre, con el Samhain. Con esa fecha
los celtas iniciaban el año y simbolizaba el comienzo del invierno, así como el final de la
temporada de cosecha. Se creía que durante el Samhain el vínculo que unía el reino de los
muertos con el de los vivos se estrechaba, por lo que los espíritus eran capaces de cruzar de uno a
otro. Las familias recibían en sus casas a los de sus ancestros, mientras que los malignos eran
ahuyentados. Para lograr este fin se empezaron a utilizar las máscaras y
disfraces,
costumbre que ha sobrevivido al paso del tiempo y que sigue dándose en la actualidad.
Cuando el pueblo romano ocupó las áreas celtas asimiló esta fecha. Sin embargo,
los Papas Gregorio III y Gregorio IV intentaron suplantarla por su carácter pagano, ajeno a la
doctrina cristiana. En el siglo VIII trasladaron el Día de Todos los Santos al primero de
noviembre, a pesar de que se celebrara originalmente el trece de mayo de cada año. La idea era
homenajear a todos los santos que no tuvieran un día asignado el resto del año. La noche anterior
empezó a conocerse como All Hallows Eve, que acabaría derivando en Halloween.
La llegada de esta celebración a Norteamérica se dio a mediados del siglo XIX,
con la emigración masiva de irlandeses a Estados Unidos y Canadá. La festividad no caló de
inmediato; no fue hasta 1921 cuando se realizó el primer desfile de
halloween,
que tuvo lugar en la ciudad de Minnesota. A partir de ahí quedó fuertemente arraigada y se expandió
por muchos países de todo el mundo.
Son varias las tradiciones que acompañan a esta festividad. La más legendaria es
la del disfraz; con el transcurso de los años cada vez es más común disfrazarse de seres malignos,
relacionados con el diablo. Fantasmas, brujas, espíritus, demonios, vampiros y monstruos son los
protagonistas principales. Desde su comercialización por parte de la sociedad norteamericana,
halloween
ha sido una fecha celebrada sobre todo por niños, aunque con el tiempo se ha extendido a otros
rangos de edad. Dejando de lado cualquier significado religioso ahora la fiesta se toma en muchos
países como un motivo más para salir por la noche, pero con la particularidad del disfraz.
Sin embargo, en aquellos países donde se sigue respetando la tradición de una
forma más fiel es común que los niños se disfracen y vayan a las casas del vecindario a preguntar
la conocida expresión ¿Truco o trato?
Este acto también tiene su origen en la cultura celta. Se decía que no solo los espíritus eran los
que cruzaban del reino de los muertos al de los vivos, sino también toda clase de entes malignos.
Uno de ellos era especialmente temido: cuando llamaba a la puerta de una casa y decía ¿Truco o
trato? había que elegir trato, porque de lo contrario maldecía la casa y a todos los miembros
de la misma. Provocaba enfermedades, mataba el ganado, arruinaba la futura cosecha y hasta quemaba
la propia vivienda. Los niños, en la actualidad, van puerta por puerta disfrazados de la forma más
maligna posible y haciendo la misma pregunta. Si la persona que abre elige trato normalmente ofrece
caramelos, golosinas o cualquier dulce similar al niño, que los introduce en una bolsa. En cambio,
si el que recibe la pregunta contesta truco sufrirá la maldición, que consiste en un pequeño
inconveniente o broma tal como huevos en la fachada o puerta. El objetivo de los niños es reunir la
mayor cantidad posible de dulces al final de la noche.
La figura más típica de Halloween es jack-o«-lantern. Es el nombre que
reciben las calabazas huecas talladas con formas horrendas. La creencia afirma que Jack era el
nombre de un granjero deshonesto que engañó al Diablo en dos ocasiones para evitar irse con él al
infierno. En la primera de ellas convenció al Diablo para convertirse en moneda y se lo metió en el
bolsillo, donde tenía un crucifijo de plata. El Diablo solo pudo escapar cuando accedió dejar
tranquilo a Jack durante un año. Al cabo del año el Diablo volvió a reclamar lo que era suyo, pero
volvió a ser engañado cuando Jack le pidió que le cogiera una manzana de un árbol. Al subir a por
ella quedó atrapado porque Jack talló una cruz en su tronco. Le dejó bajar solo a condición de que
le dejara en paz durante diez años y que le prometiera que no podría reclamarle el alma nunca más.
El Diablo accedió y Jack siguió con su vida poco honrosa. Al morir fue al cielo, pero San Pedro le
negó la entrada por su falta de honradez. Entonces fue al infierno, pero no pudo entrar por el
pacto que había realizado con el Diablo. Este le arrojó unas ascuas de fuego, que el grajero atrapó
con un nabo hueco. Jack acabó vagando entre ambos reinos con la improvisada linterna, pasándose a
llamar Jack el de la linterna o Jack O'Lantern. El motivo posterior de usar calabazas
en lugar de nabos era que estas producían un resplandor similar al de las ascuas infernales.
Comenzaron a utilizarse en las casas para ahuyentar a Jack, del que se cree que era el ser maligno
que proponía el truco o trato a las familias celtas. Además de las
calabazas de halloween
en la actualidad se emplea cualquier animal o figura maligna relacionados con el terror y el miedo
murciélagos, arañas, vampiros, brujas para decorar no solo las casas sino también las tiendas o
restaurantes durante las fechas próximas a Halloween.