Se denomina Miércoles de Ceniza al día en que personas de distintas religiones, como pueden
ser, católicos, luteranos, anglicanos y presbiterianos, celebran el inicio de la Cuaresma. La
Cuaresma es un periodo de tiempo en el calendario religioso que comprende cuarenta días.
Tiene esa temporalidad en memoria a los textos bíblicos que narran los cuarenta días que pasó y
padeció Jesucristo en el desierto sometido a las tentaciones del mal. Durante la Cuaresma hay
tradición de hacer ayuno de ciertas comidas. Esto es en algunas religiones y lugares geográficos.
En Irlanda también se ha observado tradicionalmente la prohibición de fumar, aunque al ser una
premisa de carácter individual y voluntaria no es una imposición religiosa. Al finalizar el tiempo
de Cuaresma tiene lugar el conocido como Domingo de Ramos. El Domingo de Ramos es un día especial
en el calendario cristiano porque se celebra la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén. Según los
Evangelios, Jesús fue aclamado por una gran multitud que valoraba sus palabras de concordia y
fraternidad y por ello le recibieron agitando ramos de olivo y palmas en reconocimiento de alegría
y, porque veían en Él al Mesías profetizado en la Biblia. El Domingo de Ramos es el día que da
comienzo a la posterior
Semana Santa.
El
Miércoles de Ceniza
hay una celebración en las distintas iglesias en las que los fieles a Jesús reciben del sacerdote
unas muestras de ceniza provenientes de la quema de ramos de olivo utilizados el año anterior en el
Domingo de Ramos. El sacerdote, tras unas palabras del libro del Génesis («En polvo eres y en
polvo te has de convertir») hace el símbolo de la cruz en la frente de cada creyente con la
ceniza y cita el Evangelio de San Marcos con la frase «Convertíos y creed en el
Evangelio».
El símbolo de la ceniza según algunas religiones se corresponde con los
conceptos de arrepentimiento y conversión.
El concepto de símbolo se corresponde con algo material que evoca una realidad
espiritual que trasciende el mundo de lo perceptible por los sentidos. En las distintas religiones
hay multitud de símbolos cuya significancia está relacionada con el propósito de un acercamiento a
la plenitud que se alcanza o es deseable alcanzar a través de la fe, de un mundo en el que las
injusticias y los valores en contra del ser humano se disipan. El símbolo es una presencia que por
tanto, evoca un pasado para recordar un hecho relevante de ese pasado que ha hecho historia en
sentido positivo para la humanidad. El símbolo, al concretarse en el presente, fortalece la fe en
las enseñanzas ancestrales así como también hace referencia a la esperanza de un posible futuro
exento de adversidades.
En el caso de la ceniza como símbolo, se ha utilizado en muchas culturas como la
consecuencia de un hecho que ha hecho consumir la materia a esa mínima expresión. Desde la
mitología griega, podemos encontrar según algunos escritos, la metáfora o el mito del ave fénix. El
ave fénix según la leyenda, tiene un ciclo vital de quinientos años. Dicho ave, nace de una manera
que se atribuye a una fuerza sobrenatural. Dicha fuerza es la que le da la vida y promueve sus
periodos de vitales. Cuando el ave fénix está a punto de cumplir uno de sus ciclos, pone un huevo
que incuba durante tres días. Al tercer día el animal se vuelve incandescente y se convierte en
ceniza. De forma simultánea, el huevo que había incubado cobra vida en forma de otra ave fénix. Se
podría hacer una comparativa de esta leyenda con ciertas corrientes filosóficas. Esta comparativa
puede tener una extensión muy amplia debido a la complejidad de las concepciones filosóficas, pero
sí se podría considerar que la base de las mencionadas teorías fuera la del positivismo dialéctico,
entendido como sinónimo de la palabra « diálogo» que sustentase las posiciones encontradas.
En la actualidad, los valores de esfuerzo, superación, solidaridad, esperanza en
el resurgir ante los impedimentos, tienen cierta presencia en algunos contextos educativos. Se
pueden poner varios ejemplos, uno de ellos, está en la figura del maestro de educación primaria
César Bono. Dicho maestro ha promovido la solidaridad y el gusto por el conocimiento de sus alumnos
utilizando el factor humano, primando la idea de bien común.
En cuanto al simbolismo de la ceniza, tiene implícitos los sustantivos de
arrepentimiento y conversión mencionados antes. En cuanto al arrepentimiento, según algunas
religiones, viene determinado porque, la ceniza es la constatación de que el ser humano es materia
en cuanto a su forma visible. Dicha composición orgánica se extingue volviendo a ser ceniza.
También las personas estamos compuestas de lo que se denomina alma. Es en el alma incorpórea donde
radican las consecuencias de sus acciones realizadas con la materia. Al recordar que procedemos de
partículas de sustancias perceptibles, en forma de ceniza, es cuando la persona se percata de la
temporalidad de la existencia y cuando se hace consciente de que sus actos grabados en el alma son
los que perdurarán. De ahí procede la palabra arrepentimiento, consistente en la capacidad de
conocimiento de acciones personales que no tuvieron intenciones benévolas en sus comienzos. El
arrepentimiento entendido como la posibilidad de no volver a errar en la concepción e inicio de una
acción que ha de tender siempre a la bondad. Esto conduce gracias a las sagradas escrituras a la
posible conversión de los seres humanos para ser siempre mejores moralmente.
En el cristianismo la concepción de un Dios misericordioso que perdona siempre
los pecados, entendidos éstos de manera eufemística como manifestaciones de las imperfecciones
negativas de los hombres y las mujeres, dista de otras ideas religiosas en las que se cree que el
hombre ha de ser fiel seguidor de la palabra escrita dando lugar a interpretaciones radicales de
dicha ley que se oponen a la naturaleza de dichos hombres, siempre que se considere la premisa del
pensador y filósofo Rousseau, que el hombre es bueno por naturaleza. Una interpretación radical que
se puede ejemplificar es la creencia de algunos seres en la justificación de las guerras por
ideales religiosos, donde unos opresores se creen legitimados a oprimir a sus semejantes
obstaculizándoles una vida digna.